TRISTE ES LA SOLEDAD, ALEGRE LA COMPAÑÍA; LA TUYA SERÁ PERFECTA SI TE ACOMPAÑA MARÍA.

viernes, 19 de octubre de 2012

48.- VÍA LUCIS MARIANO (1)


MONICIÓN DE ENTRADA: En este Vía Lucis Mariano queremos adentrarnos en lo que María significa para los creyentes en Jesús.
María es la Madre por excelencia, es la madre física de Jesús y la madre espiritual de todos los creyentes en Jesús.
María es el modelo de vida, el modelo de amor y el mejor camino para ir a Jesús.
En este Vía Lucis Mariano vamos a encontrarnos con Ella y revivir con Ella los momentos más importantes de su vida, con la doble intención de venerarla, estando junto a Ella, y de hacer nuestros sus propios sentimientos para que nuestra vida se llene de luz, de paz y de esperanza.

PRIMER ENCUENTRO: María recibe el anuncio del ángel. 

¡Alégrate, Virgen María, aleluya!   -   Porque el Señor hizo en tí maravillas, aleluya.

“Fue enviado el ángel Gabriel, de parte de Dios, a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José; el nombre de la virgen era María. Entrando a ella le dijo: ¡Alégrate! Llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc 1, 26-28)

REFLEXIÓN: El ángel saludó a María invitándola a estar alegre porque se acerca un gran acontecimiento. Al principio, no le desvela el misterio, únicamente le remite a la fuente de la alegría y de la paz, diciéndole: El Señor está contigo.
María es llamada “llena de gracia” porque es objeto de un especialísimo amor de Dios que la ha elegido para que sea la Madre del Hijo de Dios que se hará hombre en sus entrañas.
No fue mérito de María, sino elección gratuita de Dios, que la llenó del Espíritu Santo, la colmó de gracias e hizo santa desde el primer instante de su concepción. Así convenía que fuese la Madre de Dios: Llena de gracia.
Al Hijo santo que ha de nacer, Dios le prepara una Madre santa, colmada de gracia.
Mientras el mundo exista se saludará a María con las palabras del ángel:  Dios te salve, María llena eres de gracia...... 

SEGUNDO ENCUENTRO: La turbación de María 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya  -  Porque el Señor hizo en ti maravillas, aleluya.

“María se turbó al oír estas palabras y discurría qué significaba aquella salutación” (Lc 2, 29.

REFLEXIÓN: Una joven sencilla, humilde y virtuosa ha sido saludada por un ángel enviado por Dios. ¿Qué forma tomó el ángel? ¿Cómo oyó o percibió María sus palabras?
Nada sabemos al respecto. Dice la Sagrada Escritura que María se turbó y trató de encontrar un  significado. ¿Dónde? En la profundidad de su fe.
Es normal que una joven virgen se turbe y se sonroje ante un mensaje semejante; pero la turbación no debe llegar al extremo de impedir que se busque la verdad. Nada tranquiliza tanto, nada da tanta seguridad como encontrar la verdad.
María, sobreponiéndose al sentimiento, se pregunta qué puede significar el mensaje del ángel. El Señor está contigo, le había dicho el mensajero divino. Ahí encontró María la respuesta, en Dios. La verdad está en Dios, aunque, muchas veces, no podamos comprenderla.

Dios te salve, María.....

TERCER  ENCUENTRO: María es tranquilizada por el ángel 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya -  Porque el Señor hizo en ti maravillas, aleluya.

“El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. María dijo al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 30-31 y 34-35)

REFLEXIÓN: Si antes María no había comprendido al ángel, ahora no entiende cómo puede ser madre sin concurso de varón.
El ángel no se lo explica, se limita a decirle que el hijo que ha de nacer será santo e Hijo del Altísimo. Es un paso más en la profundización de la fe de María. Ya no necesita comprender. A ella le basta lo dicho, porque ella se fía de Dios.
 Desde pequeña ha sido educada en la confianza en Dios y en la seguridad de que Él es fiel a sus promesas. Nada le perturba, nada teme, porque Dios está con ella y su hijo será el Hijo del Altísimo.
Quien a Dios tiene, nada le falta, decía Santa Teresa de Jesús. La presencia de Dios y la seguridad de estar en sus manos, llena de paz al espíritu quebrantado por las dificultades, y da la fuerza necesaria para convertirlas en alegría y fuente de vida.

Dios te salve, María.....

CUARTO ENCUENTRO: La encarnación del Verbo en las entrañas de María

¡Alégrate! Virgen María, aleluya . Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.

  “Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el mes sexto de la que era estéril, porque para Dios nada hay imposible. Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 36-38)

REFLEXIÓN: María no necesitaba ninguna prueba por parte de Dios, pero el ángel se la da al anunciarle el embarazo de su prima Isabel, a pesar de que era estéril.
María, en su pequeñez, se confiesa esclava del Señor y, como tal, está dispuesta a secundar su santa voluntad. María pronuncia humilde, libre y voluntariamente una palabra que cambiará el mundo y le llenará de luz y de esperanza: Hágase en mi según tu palabra.
En ese instante, único en la historia, el Verbo de Dios se hizo carne en su seno. La divinidad se hermanó con la humanidad.
María, cargada de argumentos para decir NO, va más allá de las evidencias humanas, segura de que Dios le llama a cumplir una misión. Ella se funda en la fe, no en las evidencias; por eso se entrega a cumplir la voluntad de Dios, que le llama desde la penumbra.

 Dios te salve, María..... 

QUINTO ENCUENTRO: María visita a su prima Isabel

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor hizo en ti maravillas, aleluya.


Se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá; entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Así que oyó Isabel el saludo de María, saltó el niño en su seno e Isabel se llenó del Espíritu Santo. María permaneció con ella unos tres meses y se  volvió a su casa” (Lc 1, 39-41. 50)

REFLEXIÓN: María no tiene en cuenta las incomodidades del viaje desde Nazaret hasta el pueblo donde vive Isabel, situado a pocos kilómetros de Jerusalén y que ahora se llama Ain Karim.
No hace el viaje sólo por el parentesco que les une, sino, sobre todo, para compartir el gozo y la alegría que le inunda por su milagrosa e inesperada maternidad, para felicitar a Isabel por la suya y ayudarle en los tres últimos meses del embarazo.
Una vez más, María se olvida de sí misma y de las dificultades que tendrá que soportar en el viaje; sólo tiene presente ayudar a Isabel y alegrarle con la buena noticia.
La visita de María atrajo sobre Isabel la bendición de Dios. Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, su niño, el futuro Juan Bautista, saltó de gozo en el seno materno y quedó santificado.
Amar a María e imitar su solidaridad  producirá grandes frutos en nuestro espíritu.

 Dios te salve, María..... 

SEXTO ENCUENTRO: ¡Bendita tú entre las mujeres! 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya  - Porque el Señor hizo en ti maravillas, aleluya.

“Isabel exclamó con fuerte voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme? (Lc 1, 42-43)

REFLEXIÓN: El Espíritu Santo habla por boca de Isabel. Bendita eres, María, mil veces bendita, porque has sido elegida para ser la Madre del Señor.
El amor filial ha unido estas palabras de Isabel con el saludo del ángel, formando la oración del Avemaría, que, juntamente con el Padrenuestro, son las más repetidas por los creyentes de todos los tiempos.
¡Bendita tú entre todas las mujeres, María! Nunca nos cansaremos de repetirlo y nunca te lo diremos bastante. Bendita tú, María, por ser el puente por el que la divinidad se hizo humana. Bendita tú, María, porque con el SI permitiste que el Altísimo obrase en ti maravillas. Bendita tú, María, por ser la elegida del Padre, la Madre del Hijo y la esposa del Espíritu Santo.

 Dios te salve, María....                               

SÉPTIMO ENCUENTRO: Mi alma canta la grandeza del Señor. 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.


Mi alma canta la grandeza del Señor y salta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí maravillas el Todopoderoso, cuyo nombre es santo” Lc 1, 47-49) 

REFLEXIÓN: El Magníficat es el canto que expresa los sentimientos de María, que constituyen su espiritualidad.
María tiene un concepto muy claro de Dios: Él es el Santo, el Fiel, el Todopoderoso. Dios había prometido un Salvador y Ella es ahora testigo y, en parte, artífice de su llegada. María reconoce la acción de Dios sobre ella y por eso canta un hermoso himno de alabanza al Señor.
María está inundada por la alegría de las promesas mesiánicas cumplidas. Su hijo es el Santo, el Hijo del Altísimo, el Mesías prometido a Israel.
Desde su sencillez de esclava canta la maravilla que el todopoderoso ha obrado en ella. Todo es obra de Dios, obra de su bondad; Ella ha sido mirada por Dios y por eso todas las generaciones la llamarán bienaventurada.

 Dios te salve, María.... 

OCTAVO ENCUENTRO: María da a luz a Jesús 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.

“José subió de Nazaret a Belén, por ser él de la casa de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí, se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón” (Lc 2, 4-7)

REFLEXIÓN: Una gran luz brilló en Belén e iluminó las tinieblas de los pueblos. Es una luz espiritual, sólo percibida por los pobres, humildes y sencillos de corazón. Luz oculta a los poderosos, a los ricos, a los que se guían por sus luces humanas; éstos no la comprenden ni la abrazan.
Después de veinte siglos sigue sucediendo lo mismo. Las tinieblas cubren gran parte de la humanidad. Hay luz, y la luz brilla en las tinieblas, pero, en vez de seguirla, la persiguen y tratan de apagar.
Muchos cristianos de hoy están pagando con su vida ser portadores de la luz del evangelio; en muchos países son perseguidos, encarcelados y asesinados; en otros, en los nuestros, se procura apagar su fe, su fraternidad y su caridad con la extensión de la increencia, la indiferencia religiosa y el afán de inmediato bienestar, placer o dinero.
A pesar de tantos males actuales, Jesús nace a diario en muchos corazones.

 Dios te salve, María... 

NOVENO ENCUENTRO: María cuida a Jesús en su infancia 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.


El Niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él. Cuantos le veían se maravillaban de su inteligencia y de sus palabras. Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 40.47.52) 

REFLEXIÓN: Los evangelios no cuentan la historia completa de Jesús. Los dos primeros capítulos de San Mateo y San Lucas, llamados Evangelios de la infancia, narran los hechos que consideraron más importantes. En cuanto al resto, San Lucas añade que Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres.
Dios se ha hecho hombre y, como todos los demás seres humanos, está sujeto al desarrollo físico e intelectual. Jesús fue un bebé, un niño, un adolescente y un hombre adulto.
Durante treinta años de su vida Jesús pasó desapercibido para sus paisanos, recibiendo los cuidados, las atenciones y el amor de sus padres. Podemos suponer el respeto y el profundo amor con que María cuidaba de Él.

 Dios te salve, María..... 

 DÉCIMO ENCUENTRO: María guarda todo en su corazón 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.

“Cuantos los oían se maravillaban de lo que decían los pastores. María guardaba todo en su corazón. Bajó con ellos, vino a Nazaret y les estaba sujeto, y su madre conservaba todo esto en su corazón” (Lc 2, 18-19.51)

REFLEXIÓN: Después de la adoración de los pastores y de la pérdida del niño Jesús en el templo, San Lucas pone la misma frase: María guardaba todo esto en su corazón.
María, como todas las madres, guardaba en su corazón los acontecimientos, las palabras, los gestos e infinitos detalles de la vida de su hijo. Los guardaba y los meditaba. Tal vez, no los comprendiera totalmente, pero, ¿qué podía hacer? Él era el Hijo de Dios y Ella su humilde esclava, sólo podía guardar todo y meditar. No hay queja  ni reproche, sólo oración contemplativa a Dios y acatamiento de su voluntad.
Mas tarde, ya muerto Jesús, María traerá a su memoria, una y otra vez, muchos recuerdos y se los contará a los Apóstoles y discípulos de Jesús, fortaleciendo su fe y su amor por el Maestro.

 Dios te salve, María.... 

UNDÉCIMO ENCUENTRO: María  vive la pasión y muerte de Jesús 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.

“Estaban junto a la cruz de Jesús, su Madre y la hermana de su Madre, María la de Cleofás, y María Magdalena” (Jn 19, 25)

REFLEXIÓN: Jesús ha sido apresado y condenado a muerte. Cargado con la cruz, camina hacia el calvario. Le sigue una gran muchedumbre del pueblo y de mujeres.
No lo dicen los evangelios; pero, sin duda, las tres Marías que San Juan pone a los pies de la cruz, hicieron también el recorrido de la pasión, siguiendo a Jesús.
Podemos suponer el dolor de la Virgen María viendo a su hijo en tal estado. Con qué amor habría ella llevado la cruz para calmar un poco el dolor de su hijo.
El dolor aumentó cuando Jesús fue clavado en la cruz. María necesitó toda la fuerza de su fe para no desfallecer. Permaneció de pie, junto a su Hijo, transida de dolor, ofreciéndolo al Padre, junto al dolor de Jesús.

 Dios te salve, María.... 

DUODÉCIMO ENCUENTRO: María, Madre de los creyentes en Jesús 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.

“Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu Madre. Y desde aquélla hora el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19, 26-27)

REFLEXIÓN: Madre espiritual es la que da la vida espiritual. Todos los hechos de la vida de María son una cooperación a la salvación de la humanidad, que es la vida del espíritu. Cristo es el único Redentor y María es la cooperadora necesaria para que Cristo obrase la redención.
María es el canal por el que llegó y sigue llegando la salvación ganada por Cristo. María es Madre espiritual de los hombres desde el momento en que otorgó su consentimiento para ser la Madre del Señor. Toda su vida  la puso al servicio de la obra de Jesús.
María con su ejemplo educa a los creyentes en la fe y en la práctica de las virtudes cristianas. María, desde el cielo, sigue influyendo en la vida espiritual de todos los redimidos, protegiendo y ayudando a todos los necesitados con amor de madre.
Jesús agonizante confirmó a su Madre como Madre espiritual de los que creen en Él, representados por San Juan. 
Nuestra alegría es tener a María por Madre y nuestra responsabilidad y meta vivir como hijos de tal Madre.
Dios te salve, María.....

DÉCIMOTERCER  ENCUENTRO: La resurrección de Jesús 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya-  Porque el Señor ha resucitado, aleluya.

“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento trayendo los aromas que habían preparado, y encontraron removida la piedra del sepulcro, y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres  con vestiduras deslumbrantes. Mientras ellas se quedaron aterrorizadas, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 1-6)

REFLEXIÓN: En la Sagrada Escritura no se dice expresamente que Jesús Resucitado se apareciese a su Madre. No obstante, todo hace pensar que ésa fue la primera aparición de Jesús, dado el amor y la unión que ambos se tenían.
Podemos imaginar la escena: María está rezando en silencio; de repente, todo se llena de luz, de una luz envolvente y que, en vez de cegar, es una caricia para los sentidos. En medio de la luz está Jesús Resucitado.
Sólo una palabra: ¡Madre!. María comprende todo lo sucedido; su corazón rebosa y de sus labios brota otra palabra: ¡Hijo! Todo está dicho. Cruce de miradas, torrentes de amor.
Sólo Jesús y María saben lo que sucedió en aquellos instantes. Tan grande y hermoso debió ser que la divina Providencia lo ha guardado para siempre en la intimidad.
María, una vez más, guarda todo en el silencio del corazón, allí donde se guardan los afectos y las emociones más íntimas.

Dios te salve, María....

DECIMOCUARTO ENCUENTRO: La venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles 

¡Alégrate! Virgen María, aleluya – Porque el Señor ha  resucitado, aleluya.

“Todos perseveraban unánimes en la oración, con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús y con los hermanos de éste.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estando todos reunidos, se produjo de repente un ruido del cielo, como el de un viento impetuoso, que invadió toda la casa. Y aparecieron, como divididas, unas lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo” (Hch 1, 14 y 2, 1-4)

REFLEXIÓN: La vida de María, después de la resurrección de Jesús, fue de total entrega a la oración y al servicio de la Iglesia fundada por Él. María se reunía con los Apóstoles y discípulos y todos eran unánimes en la oración. María es la Madre que guía, aconseja y estimula. Así continuó hasta el fin de sus días.
En una reunión para orar descendió sobre ellos el Espíritu Santo, todos empezaron a publicar, en diversas lenguas, las grandezas de Dios y recibieron la fuerza del Espíritu, que los transformó en decididos testigos de la resurrección de Jesús.
María quedó en la penumbra, haciendo su obra en silencio y recibiendo el respeto y el cariño de las primeras comunidades cristianas.

Dios te salve, María...

ORACIÓN FINAL:
Santísima Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, te hemos acompañado recordando los principales acontecimientos de tu existencia terrena, te pedimos, con amor de hijos, que protejas a los que sufren por ser testigos de la fe cristiana, confortes a los enfermos, a los heridos y desplazados por las guerras o el hambre, ilumines las mentes y cambies los corazones de los gobernantes del mundo para que en todo busquen únicamente el bien común de los pueblos, y a nosotros, nos des tu mano para que caminemos junto a ti y lleguemos hasta tu Hijo, quien vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén

Ave  María Purísima....

(1) He preparado este Vía Lucis Mariano con el formato del Via Crucis tradicional: Catorce encuentros, en lugar de las estaciones, con textos escogidos de la Sda. Escritura relacionados con la Virgen María y pequeñas reflexiones, en cada uno.
Espero que sea muy útil para que los devotos de María Santísima acompañen a la Madre con el rezo del Vía Lucis Mariano.


NOTA: Compruebo que esta entrada tiene gran cantidad de visitas, lo que me indica que acerté cuando escribí  este Vía Lucis Mariano, (que yo sepa el primero en todo el mundo). Me alegra enormemente poder contribuir, aunque sólo sea un poquito, al incremento de la devoción y el amor a nuestra Madre, la Santísima Virgen María. ¡Que Ella nos guíe y acompañe! 









































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